VELáSQUEZ, EL DISEñADOR QUE CARGA CONTRA EL NEOCOLONIALISMO Y EL FAST FASHION CON UNA DE LAS FIRMAS MáS POTENTES DEL PANORAMA ACTUAL
Mateo Velásquez sabe que el verdadero valor de la moda trasciende el simple acto de vestirse. Cualquier amante de la moda mínimamente entusiasta conoce este hecho. Al igual que el cine o la literatura, la moda es un poderoso medio para expresar ideas, desafiar normas y dar voz a cuestiones sociales y políticas apremiantes de cualquier sociedad. Una pasarela alcanza la verdadera relevancia y plenitud cuando consigue sumarle a unas prendas atractivas y bien confeccionadas una respuesta emocional del público y un mensaje coherente que invite a la reflexión. Pues todo eso es lo que ofreció Velásquez en su último trabajo presentado en la pasada edición de la 080 Barcelona Fashion Week.
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Mateo Velásquez es un diseñador de moda masculina de origen colombiano que viene redefiniendo la moda masculina tradicional en los últimos años. Su revisión de la figura varonil contemporánea viene cargada de rupturas ante las convenciones preestablecidas y enmarcadas en diversos análisis ante problemáticas sociales. Esto le llevó a recibir una gran aclamación en el Festival de la Moda de Hyeres, tras debutar con su primer desfile en la Semana de la Moda de Madrid otoño-invierno 2021.
Con un nombre cada vez más sólido, Velásquez se ha convertido en una de las firmas más interesantes en el circuito nacional de la moda gracias a estas propuestas tan agudas y concienciadas. Y es que, como muchos nuevos creadores, Velásquez considera que la industria necesita revisar varios factores como la sostenibilidad o su ritmo implacable. “Al considerar lo que pudiera ser competencia, vemos que en realidad son otras marcas las que también quieren cambiar el ritmo de la moda y concienciar al consumidor, por lo tanto, si poco a poco vamos logrando ese cambio social, en realidad es una ganancia para todos”, nos comenta el artista al respecto de la competencia de marcas emergentes en este entorno tan globalizado.
Celebrado en el Recinto Modernista de Sant Pau, la 33ª edición de la 080 Barcelona Fashion volvió a apostar por el talento fresco. Sin embargo, y al igual que su obra y su concepción de la moda, las palabras de Mateo Velásquez no parecen las de un recién llegado, sino que expresan una madurez propia de un veterano. “Es de agradecer el colocar a marcas emergentes e independientes en el calendario con marcas establecidas, dando así las mismas oportunidades y apoyando a nuevos talentos, pues ayuda al posicionamiento de los mismos" opina Mateo. “A diferencia de otras ciudades más grandes, donde la escena del diseño emergente está más saturada, creo que la plataforma ofrecida en la 080 ayuda de verdad a transmitir un mensaje, por ello, para las dos últimas colecciones que hemos ofrecido ha sido el lugar ideal”.
Desde luego, si hay algo que se hace brillar al creador es precisamente el contenido conceptual de su obra, ese mensaje al que él se refiere y que en esta ocasión ha sido, sin duda, una de las grandes sorpresas del certamen. BAREQUERO es una carta de amor y resistencia dedicada a Marmato, pueblo al noroeste de Colombia que vio a Mateo crecer. Conocido por su actividad minera y su multiculturalidad, en los últimos tiempos este pueblo al noroeste de Colombia ha sufrido una gradual pérdida de identidad debido a la explotación de las grandes compañías extranjeras, que han ido recabando los derechos de la población local y la ha expuesto a la contaminación fruto de la extracción del oro.
Para ello, Velásquez se valió de una de las puestas en escena más espectaculares de este año, con una introducción teatral en la que folklore y dramatismo se unían en una performance individual protagonizada por la artista Gala Atehortúa. Sin embargo, y pese a la seriedad de la temática, Velásquez consiguió transmitir todo tipo de sentimientos: desde la tristeza, enfado e impotencia de la situación hasta la alegría y vitalidad de un pueblo orgulloso. Y en parte gracias a un estupendo set musical creado por la DJ Sofy Suars, que hizo removerse del asiento los espectadores con una adrenalítica mezcla de techno y música regional.
"Es un recorrido por la compleja historia de Marmato y su resistencia y lucha contra el neocolonialismo; también es una celebración de un pueblo de una gran composición multicultural y su gente. Esta colección utiliza referencias visuales y culturales de mi ciudad natal para celebrar la cultura obrera a través del diseño, pero también para desafiar los sistemas imperialistas y los estereotipos culturales", explica Velásquez. Bajo un prisma moderno e inclusivo, las prendas de Velásquez acuden a la clase obrera y la cultura colombiana para ofrecer una colección que no se aleja en absoluto de las tendencias. Al contrario, dos de las más fuertes actualmente, como son el motorcore o la estética cowboy se encuentran integradas en la colección de manera totalmente orgánica.
"Las estéticas mencionadas que actualmente están en tendencia son estéticas que hace muchos años y en muchas otras ocasiones fueron tomadas y reapropiadas por la cultura queer, lo cual juega un papel importante en las referencias y en el core de la marca. También hay muchas similitudes en lo que es el campesino (Colombiano) con el cowboy. Por ello, en esta ocasión la tareas se trató de cómo reinterpretar estas culturas y referencias de forma contemporánea y mezclarlo todo con los nuevos enfoques que proponemos esta temporada para crear un circulo completo".
Así pues, encontramos mucho denim en forma de sobrecamisas, pantalones o chalecos de trabajo, así como elementos de vaquero tales como flecos, botas, cartucheras o cinturones de hebillas XXL. También destacan las prendas con inspiración motera: faldas de cuero con cremalleras y botonaduras, chaquetas con hombreras, protectores y cuellos cerrados, y mucho cuero por todas partes, que también incluye la parte más fetish, con guantes desproporcionadamente grandes o arneses pegados. Por último, cabe destacar los guiños a la cultura local, como los enormes sombreros regionales, o las alusiones al estimado metal precioso, con incrustaciones y polvoreados de oro en los cuerpos de los modelos o en forma de pulseras en bruto y tiñendo algunas prendas.
Sin duda, la trayectoria del director creativo está siendo envidiable y cualquiera supondría que, ante el magnífico recibimiento de un trabajo tan sólido, tendríamos Velásquez para rato. Pero haciendo gala de ese mismo aplomo que manifiesta en sus colecciones, Velásquez no parece tener ninguna prisa. “En el último año, hemos lanzado dos colecciones consecutivas en el marco tradicional de la Fashion Week. De cara a las próximas temporadas y los proyectos futuros, me gustaría reservar un momento para reflexionar sobre nuestra dirección a seguir”, comenta.
“Como marca independiente comprometida con la slow-fashion, a veces pasamos por alto que no es imprescindible presentar de 2 a 4 colecciones cada año. En esta ocasión, me gustaría dedicar tiempo para planificar con cuidado cómo y cuándo desarrollaremos nuestros próximos productos, manteniendo nuestras técnicas de upcycling y priorizando nuestros valores de sostenibilidad y responsabilidad social. Educar tanto al consumidor como a toda la cadena de producción, desde el corte hasta la confección, representa un desafío considerable que abordaremos en los próximos meses”.
Aunar en unas piezas tan molonas como éstas una identidad así de marcada y que además encierre un mensaje de crítica social tan agudo no es en absoluto una labor sencilla. Pero con la inercia y el buen hacer que ha ido demostrando en temporadas anteriores, cualquiera diría que Mateo Velásquez ya tiene preparada una nueva colección en su cabeza. Aun así, y como ya habrán podido comprobar, este joven diseñador presume de la paciencia y la perspicacia necesaria para alcanzar esa moda sostenible, de calidad y consciente de sí misma que muchos nuevos creativos parecen estar exigiendo. Y tiene sentido. No se puede cambiar el status quo y allanar nuevos caminos sin un buen plan. Y no tengan la menor duda: Velásquez lo tiene.