Puede haber miles de motivos para que las parejas rompan. Desde un engaño dramático como una infidelidad, hasta la imposibilidad de convivir, la distancia o que directamente el amor se haya esfumado o que ya no se trate de amor romántico. No obstante, aún nos sigue sorprendiendo cuando alguna pareja que quizás teníamos idealizada, de repente, decide tomar caminos opuestos. Es algo que nos ocurre con las parejas de celebrities y con nuestros propios amigos.
En esos momentos nos pensamos qué ha podido pasar, especialmente si llevaban años juntos y parecían completamente enamorados. Lo cierto es que hay momentos en que ese amor no es suficiente para mantener el vínculo intacto durante tanto tiempo y para que las cosas vayan tan bien como deseamos. Hay problemas que son muy comunes y que pueden acabar rompiendo una relación, de un día para otro, o a lo largo del tiempo.
Es la más común. Y es que si en una pareja no hay una comunicación abierta y sincera, lo más probable es que todo se vaya al traste. Ambos hemos de expresar nuestros sentimientos, emociones, aquellas cosas que nos hayan molestado y nuestras preocupaciones. La razón es simple: si vamos guardándolas dentro, se irán acumulando y problemas que podríamos haber resuelto fácilmente acaban haciéndose una bola casi imposible de resolver.
A veces, simplemente, nos estancamos tanto en la rutina que dejamos de esforzarnos por fortalecer nuestra relación. Es normal que la fase de enamoramiento y de ilusión de los primeros días se marche, pero ello no quiere decir que la relación deba ser aburrida o monótona. Tenemos que seguir buscando tiempo de calidad, citas, pequeños gestos que alegren el día a otro y no sumergirnos en las responsabilidades del día a día permanentemente.
Suena triste, pero así es. Y no hablamos de una infidelidad. Hablamos de dejar que otras personas tengan opinión sobre nuestra relación y que ello influya en nuestras decisiones. El caso más común es la familia, aunque también los amigos. Las decisiones de las parejas deben ser tomadas entre ambos, no por personas externas.
Es algo que influye mucho a medida que nos hacemos mayores. En ocasiones, por mucho que nos queramos, no somos capaces de coincidir en el mismo punto vital o, directamente, no esperamos las mismas cosas de la vida. Ocurre con frecuencia en los llamados workaholics, que priorizan su trabajo y carrera profesional por encima de todo. También en esas relaciones en las que uno desea tener hijos y otro no.
Al principio, es probable que pensemos que somos capaces de abandonar nuestros verdaderos anhelos pero, en muchos casos, lo único que hacemos es guardar resentimiento dentro y alejarnos cada vez más de la persona a la que queremos querer.
Otro aspecto que va cobrando más importancia a medida que vamos cumpliendo años, pues comenzamos a tener una vida y gastos comunes. Es importante encontrar un punto medio entre las prioridades económicas de ambos y en qué queremos gastar ese dinero conjunto, pero manteniendo nuestra independencia económica.
Todos idealizamos las relaciones duraderas, sin saber cuánto esfuerzo cuesta el mantenernos en la misma línea. Cuando crecemos juntos, las prioridades, valores y sentimientos van cambiando y el no alejarnos en ese proceso puede ser complicado, sobre todo cuando empezamos a adquirir responsabilidades laborales o familiares. Hay que trabajar porque los años nos unan, no nos separen.
Conociendo las causas más comunes de ruptura, podemos saber en qué aspectos hemos de trabajar con más ganar para conseguir que nuestra relación sea duradera y sana.