MODA CIRCULAR: BUENO, BONITO Y BARATO

“Todo está caro” es una afirmación recurrente. Esta frase incluye la ropa. Ahora, con el cambio de estación y los primeros fríos, la gente se ocupa de limpiar su guardarropa clasificando qué le anda y qué no. Lo cierto es que en este tránsito las personas cada vez ven con mejores ojos la ropa de segunda mano. ¿Precio o moda?

Desde una mirada económica, el consultor financiero Federico Domínguez explica a PERFIL que “la ropa es cara debido a factores que van desde las dificultades para importar hasta los altos impuestos. Los argentinos gastan alrededor del 7% de su ingreso en ropa, frente a un 3,5% en Chile. Es un enorme costo para las familias”. 

A lo que agrega que “en países con economías abiertas hay más competencia en el mercado, desde grandes cadenas que al producir masivamente tienen costos muy accesibles, hasta marcas premium con precios muy elevados. En Argentina tenemos marcas premium con precios muy elevados, y un sector que funciona con mayor informalidad donde tanto los precios como la calidad son más bajos. La solución pasa por una mayor apertura comercial, al mismo tiempo que se reducen impuestos y regulaciones”. 

A lo que el analista económico Fabián Medina compartió esta idea del precio y argumentó que “desde el 13 de diciembre pasado la ropa en Argentina es cara. Es por eso que los mendocinos cruzan a Chile, que les sale 1/3 de lo que sale acá en dólares. Hasta el 12 de diciembre que se depreció la moneda los chilenos venían a comprar a nuestro país ropa y artículos de supermercado. Hoy solo los segundos”. 

Usuarios. “Es caro vestirse en Argentina”, dice  Glenda Kihn. “Empecé a consumir estas aplicaciones web de tiendas de segunda mano por el costo bastante elevado de la ropa. Por lo mismo compro menos y a lo que tengo le doy un uso sumamente intensivo. Tengo pocas prendas de mucha calidad”, afirma. 

“Al principio, me daba pudor usar o comprar algo ya usado”, reconoce Ana Velázquez, pero después, al ver cada producto lo cuidado y original que era, me animé. Es un camino de ida porque si no es así no podría acceder a ese tipo de confecciones”. 

En este sentido, la misión de Urban Luxury Moda Circular, un espacio de compra y venta de ropa, “es extender la vida útil de las prendas de marcas reconocidas, permitiendo que un mayor número de personas disfrute de su calidad y valor a lo largo del tiempo”. Al respecto, consideraron ante PERFIL: “El contexto actual de aumento general en los precios de la ropa ha contribuido a que más personas busquen alternativas económicas. Es nuestra estrategia proactiva de promociones, la selección meticulosa de productos y las campañas publicitarias dirigidas, lo que ha generado un crecimiento significativo en el consumo. Nos hemos posicionado como una opción preferente para clientes que desean acceder a marcas premium sin el costo premium, fomentando así un incremento en la demanda de moda sostenible y asequible”. 

Moda circular. Romina Ballardini Brochier, cofundadora y socia de Caza Breva, considera que “el consumo de moda sustentable –que ya está instalado en las principales ciudades del mundo desde hace algunos años– en Argentina recién está comenzando a dar sus prime-ros pasos, pero parecer tener buena aceptación y sin dudas es un mercado en crecimiento que llegó para quedarse. La moda circular se ha convertido en una buena alternativa a la hora de vestirse. El rubro cada vez cuenta con más propuestas de todo tipo, ofreciendo prendas de buena calidad, en perfecto estado, a precios muy por debajo de la media del mercado regular”. También “el reciclaje o upcycling (confección de prendas u objetos a partir de materiales reutilizados) es otra alternativa que cada vez se instala más en el sector”, dice Ballardini Brochier. 

Para entender de qué hablamos cuando hablamos de moda circular, Natalia Stanchi, directora de Comunicación en Eco House y miembro del Consejo de Dirección en Fundación Mediapila, explica a PERFIL que es una sumatoria de factores. “La industria textil es una de las industrias más contaminantes que tenemos en todo el planeta. Es fundamental entender el impacto ambiental que tiene en todo su ecosistema comercial: desde la producción hasta la distribución”, dice. “También sus costos ambientales y sociales son muy altos. Ambientales porque explota recursos naturales para lograr una sola prenda”, Stanchi ejemplifica: “Para un kilo de algodón se necesita por lo menos 10 mil litros de agua y costos sociales porque las condiciones de la industria textil no son buenas, es una de las industrias que más precarizan”. 

A esto se le agrega una conciencia cada vez más grande sobre la crisis climática y el impacto ambiental que tienen nuestras acciones, más la crisis económica que estamos viviendo en Argentina: “Hace que empecemos a mirar un poco más la reutilización de prendas. Efectivamente, creo que hay un aumento en el consumo de lo que es moda circular pero es porque estamos cambiando la lógica de consumo. Al proceso lineal que tenemos de industria tradicional, que consiste en comprar, usar y desechar, de repente lo podemos reemplazar con tener algo nuevo que en realidad no está generando ningún tipo de impacto ambiental y que encima es más barato. La lógica de consumo está cambiando”. 

Stanchi destaca el poder de las redes sociales. “No nos faltaba conciencia, sino información. Ahora, estamos en un momento histórico en el que la información es desmedida. Hoy podemos ver cuáles son los impactos de nuestro consumo así como también acceder a direcciones de emprendimientos que antes solo se llegaba por el boca en boca. Es más fácil formar comunidad”. 

Modo pandemia. Ana Markarian, vestuarista de teatro, cine y TV de Locas por los Trapos, es una de las pioneras de la moda circular. “Yo tengo la tienda desde hace veinte años. La fundé con mi mamá, que ahora tiene 96 años y todavía trabaja bastante activamente reparando y cosiendo las prendas. No es una feria americana sino que tiene una propuesta artística. Mi tienda es exclusiva y siempre se ha destacado por ser diferente. Yo consumo ropa usada desde toda la vida. Locas por los Trapos es un desprendimiento de mi propia actividad y en algún momento dije: ‘Bueno, esto lo tengo que hacer circular’, y empecé a venderlo”.

Para Markarian hay un claro aumento en el consumo de ropa usada, pero ella lo marca desde la pandemia. Desde ahí “cambió completamente el paradigma por diferentes razones, entre ellas porque había mucha gente con afán de consumir y empezó a hacerlo online con las tiendas que estaban en Instagram, y eso se masificó”, menciona.

En cuanto al público que compra este tipo de prendas, la mentora de Loca por los Trapos define a los jóvenes como los mayores promotores. “Los jóvenes llevaron a los mayores, como sus padres. Esto lo sé claramente porque he tenido clientes que arrastran a sus madres, que jamás se hubieran comprado algo usado, y empezaron a hacerlo. Hoy consumen todos: jóvenes y no tanto, mujeres y hombres”, afirma. 

“Comprar ropa usada es una ideología aunque la gente no tenga absoluta conciencia de eso, porque sin ir contra la industria textil en absoluto –porque sin la industria textil no tendríamos ropa usada– se trata de que la ropa circule más tiempo o bien que la ropa no esté encerrada tres años hasta que decidís regalarla, venderla o tirarla”, concluye Ana Markarian. A la vez hace una invitación: “Si a una cosa la tenés dos años en el placard y ya no la usaste, yo te propongo que la regales a tu mejor amiga, la dones o la vendas. Es un acto a favor del planeta. Es nuestro granito de arena, que estamos haciendo casi sin darnos cuenta”.

 

Método sewing

Paola Cirelli*

Uno de los encargos típicos que me llegaban al estudio era ayudar a la empresa con un problema de producto. Es decir, mejorar la colección o la parte técnica de éste. O capacitar equipos de trabajo en una determinada fase de la cadena productiva generalmente ligada al producto de una marca en concreto.

A lo largo de asesoramientos y capacitaciones me fui dando cuenta de que cada problema se producía porque había una fase que estaba desconectada. Por ejemplo, si la empresa me contrataba para mejorar la colección y los detalles técnicos de las prendas, lo que planteaba era analizar de dónde provenía ese problema para comprender mejor cuál podía ser la mejor solución integral y no puntual. (Design thinking).

Entonces empezaba analizando el diseño de la colección, materiales que se compraban, cómo se armaban las fichas técnicas y cómo era el proceso que utilizaban para desarrollar toda la documentación que luego pasarían a los talleres. Y luego continuaba con una mirada más abarcadora, analizaba cómo se relacionaban los equipos de trabajo que intervienen en estos procesos, cómo se comunicaban, qué tareas realizaban, la relación con los talleres, cómo se compraba el material, cómo se documentaba cada paso, y un punto importante: si entendían qué marca estaban creando, cuál es el mensaje y el propósito de hacer lo que hacen. Encontraba mucho caos, desorganización, desconexión de los procesos, todo se hacía a la vez y por varias personas desgastando la energía y el tiempo de los trabajadores. No se documentaba cada fase, quedaba todo lo que se hacía en la empresa muy sobre la marcha y las personas pasaban todo el día apagando fuegos. El estrés que se produce es increíble, más que nada cuando las marcas han crecido mucho y arrastran formas de trabajo de cuando eran pequeñas.

En el año 2008 empecé a impartir la materia Metodología Proyectual en una escuela de Diseño. Esa fue la excusa de mi gran obsesión, metodizar para ordenar. Pasé muchos años estudiando y aplicando, en los proyectos del estudio, diferentes metodologías como Metodología Proyectual, Design Thinking, Scrum, Design Sprint, Pbook. Me di cuenta de que podía ir más allá y crear una nueva exclusivamente para el sector de la moda, sumando un poquito de todas y sobre todo que generara transparencia, trazabilidad, y conectando a las personas. Así nació Metodología Sewing.

Veo la mejora sustancial que se produce al ordenarse la empresa y cuando los procesos se metodizan. Cómo cada persona, al asignarle una tarea en concreto, se siente más empoderada y concentrada en generar ideas nuevas para ese lugar que ocupa, y a la vez el equipo de trabajo está conectado con esa persona/tarea. Se produce una enorme mejora en la comunicación y sinergias que se trasladan a las áreas de la empresa, así como al producto final.

El método Sewing (que significa “cosiendo”, en inglés) se denomina así porque, al igual que una costura –unión de dos o más partes–, unimos la mirada del diseño, la marca, la sostenibilidad con las bases del negocio, la comunicación, desde un inicio y uniendo todo como un sistema, además de comprender que todo está generado por personas y genera relaciones horizontales. Y este es el método que utilizo para crear marcas de moda sostenible.

*Autora de Maldita moda. (Fragmento).

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